Saturday, October 07, 2006

La Ley del Libro y el PRI-AN


Hace ya algunos meses, antes de las elecciones del 2 de julio, paseando por la Librería El Sotano, me encontré con un libro de Manu Dobernier titulado PRIAN. El libro de Dobernier me causó curiosidad más no lo compré inmediatamente. Después de un par de semanas regresé por la libreria pensando que pòdría llevarme ese libro, pero no lo encontré. Creí que simplemente lo habían quitado de la vista del público y cómo no tenía tiempo de urgar entre los estantes me retiré. Hoy en la mañana pasé por El Sotano y me atreví a preguntrale a uno de los dependientes por el libro titulado PRIAN de Manu Dobernier. El dependiente me dijo simplemnte "se me agotó", a lo que yo pregunté "¿se agotó o se lo llevaron?, el dependiente un tanto despreocupado me respondio: "se lo llevaron".

De Manu se casí nada, tengo conocimiento de su existencia porque a mi hermana le dejaban leer sus libros cuando estudiaba comunicaciones en la UIC. También le dejaban leer a Loret de Mola, tio del actual presentador de noticias de Televisa y que por lo visto no le hace ningún honor a su nombre. En el panteón de esas obras de periodismo crítico recuerdo otro título de cuando era niño, Lo Negro del Negro Durazo. El Negro Durazo era jefe de la policia capitalina a finales de los 70. Según recuerdo el libro fue un escandalo, algo fuera de lo común.

Durante este tiempo era muy común que si un libro, una revista o incluso un periodico dijeran algo que no gustaba al gobierno, la Secretaría de Gobernación mandará a comprar todos los ejemplares de la publicación con el objetivo de que el público no la leyera. De cualquier manera, aunque yo los tenía en mi casa, nunca me atreví a tomar alguno de esos volumenes, me parecian libros de denuncia no muy confiables, en el mejor de los casos literatura barata sin mucho rigor. En aquel entonces, muchos universitarios mexicanos (tal vés por pertencer a la Generación X) no leiamos periodismo crítico, mucho menos antigobernista. Se requirió el estallido guerrillero de Chiapas y la irrupción del sub-Marcos en escena para sacarnos de nuestro nihilismo grunchetero.

La pasada legislatura las Cámaras de Diputados y Senadores aprobaron la Ley para el fomento del libro y la lectura, pero el presidente Fox se negó a publicarla y la regresó al Congreso con comentarios, lo que practicamente constituye un veto. El punto de disputa entre el Ejecutivo y el Legilativo es el precio único. Esste capítulo de la ley fue cabildeado por diversos editores y libreros que tienen muchos problemas para competir con las grandes editoriales y librerias. Información sobre esta ley puede ser encontarada en www.leydellibro.org.mex

El asunto del precio único puede ser explicado de manera simple con un ejemplo capitalino: Actualmente, si se quiere comprar un libro en la Ciudad de México lo más sensato es dirigirse al sur de la ciudad. Ahí es posible encontrar a las librerias más importantes y mejor surtidas, entre ellas El Sotano. Según me comentó un amigo que trabajó varios años en la industria editorial, estas librerias siempre tienen buen surtido y buenos precios porque gracias a sus volumenes de ventas pueden obligar a los editores a darles precios preferenciales y por lo tanto sacar de la competencia a los libreros más pequeños. Al msimo tiempo, para el editor pequeño, estas librerias representan un exprimidor de sus ganacias. La propuesta del precio único en la Ley de fomento. . . busca que exista mayor equidad entre libreros y editores, grandes y pequeños. Es sobre todo por esto que las librerias en esta ciudad con mas de 20 millones de habitantees se encuentran en un corredor que va de la UNAM al Centro. La mayoría de los barrios fuera de este corredor no cuentan con librerias y por supuesto encontrar una buena libreria en provincia es casí un milagro.

El caso del libro PRI-AN (ambos partidos que pardojicamente aprobaron la ley en el Congreso) ilustra la necesidad de un mercado más equitativo más alla de los argumentos económicos y culturales: si la mayoría de los volumenes de un tiraje se encuentran en un corredor tan estrecho, y si en este corredor basta con ir a Gandhi y a El Sotano para obtener el grueso de los ejemplares que se encuntren en el mercado de alguna edición, sin duda será más facil retirar un libro del mercado si así se desea. En tiempos electorales esto particularmente cierto.

El caso del libro de Manu Dobernier no importa porque sea Manu, sino porque eso podría pasar a cualquier otra publicación. Lo más grave es que nisiquiera es necesario que al gobierno no le guste un libro, basta con que el director del Sotano o Gandhi no esten de acuerdo con una publicación y esten dispuesto a invertir un poco de dinero (por supuesto a cambio de algún favor) para retirar los volumenes no deseado.

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